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sábado, 1 de octubre de 2011

A Claudio Lafert

Sentiré el adiós y una sutil e informe imagen dormida cobrará vida y quizás puedas absorber el aroma azul de nuestro recuerdo imperecedero.
Jamás te abandonaré porque ya fuimos Uno y en el instante preciso en que tu mirada y la mía se encontraron, ninguna dimensión pudo limitar el deseo sublime de unirnos.

Te quiero como quiero el blanco de la luna, el fulgor del sol, como algo que está siempre, aunque no puedas asirlo. Y puede que mañana tu cielo se torne en grisácea planicie, pero un haz de luz no tardará en atravesarte y perderte y reencontrarte, para luego soñarme tendida en la arena, abriendo mis entrañas a tu sabor, corrompiéndose mi barro, surgiendo el brillo celeste; entonces dejaré que aspires mi aroma, percibiré en tu pecho la inmortalidad porque habrás renacido y el espejo de tu alma reflejará la memoria de un ayer.

Sólo la certeza del futuro nos concede la posibilidad de vivir a pleno el hoy. Y sigo fluyendo en la ilusión , a través del espacio cósmico de pensamientos que me permiten llegar a vos bajo esta forma y este color y decirte terreno , hombre, máscara sombría que ocultas el Universo todo; sí, decirte Amor,nombrarte artífice de mi felicidad instantánea, tan humana y carnal.




Adhiero mi libertad de existir a cambio de tu presencia, de tu sonrisa cautivando mi esencia, de tu espontánea naturaleza que llega profundamente a mi Ser.

y por vos descubro la armonía celeste y remonto en vuelo a gran altura las escalinatas del Templo Sagrado. Por vos y tu conciencia, proyectándome. tu deseo hizo mi existir. Ahora no cierres los ojos,esperá un minuto, dejame dormir entre tus brazos y amanecer en tu sudor, sólo un día una noche, después......Adiós.